La guerra según Juan de Mairena

Publicado el 27 de febrero de 2025, 12:33

¿Qué lecciones impartiría hoy el profesor Juan de Mairena a sus alumnos? Es una pregunta que merodea la curiosidad y fecunda el intelecto durante la lectura del libro Desde el mirador de la guerra, un trabajo encomiable de hemeroteca con el que Ediciones Dyskolo ha querido sumarse a la celebración del 150 aniversario del nacimiento de Antonio Machado este 2025.

Por Antonio Fernández Jiménez (FronteraD)


La obra reúne un total de veintinueve artículos del poeta, publicados en La Vanguardia entre julio de 1937 y enero de 1939, un mes antes de fallecer en Colliure durante su exilio, por lo que podrían considerarse sus últimos textos en prosa.

En muchos de los artículos sobrevuelan las referencias a su querido Mairena. ¿Qué opinaría sobre esto y aquello y lo de más allá? Lo hace tan presente que resulta inevitable que el lector también se pregunte qué diría Mairena acerca de los conflictos bélicos en los que se envuelve este incipiente 2025. Porque desde el mirador de la guerra los pensamientos de Machado (alter ego de Mairena) sobre el trágico fratricidio español y los dramas mundiales de su época -la Gran Guerra de 1917 a la que alude a menudo, así como «la guerra que se avecina»-, gozan de una vigencia preocupante: muchas de sus ideas sobre la paz y la defensa de la democracia en un mundo que se bate a sangre y fuego parecen escritas hoy, cuando por desgracia aún siguen sangrando heridas en carne viva.

Y es que la Historia, como dijo Mark Twain, a veces rima.

La guerra tiene métrica disonante, distorsiona, humea las directrices de la civilización: desconcierta. «En tiempo de guerra, es difícil pensar; porque el pensamiento es esencialmente amoroso y no polémico», dice Machado. No obstante, la guerra a veces es «un gran avivador de conciencias adormiladas». Estas palabras evocan la famosa copla medieval de Jorge Manrique («Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando»). No se puede vivir narcotizado frente a los extremismos, enseña Machado, frente a la polarización y los enfrentamientos que dan la espalda a la paz. Si de algo sirve «la hoguera de la guerra», dice Machado, es que «nos ilumina y nos ayuda a ver la paz, la paz que hemos perdido o que nos han arrebatado».

Noventayochista hastiado del rumbo de España, Machado se lamenta de «no haber meditado bastante sobre política» y de ignorar que esta «podía ser algún día una actividad esencialísima, de vida o muerte, para nuestra patria». Así, para elaborar al menos una tesis clara, el poeta-columnista se apoya en las voces de autoridades como el doctor Negrín, Milton, Norman Angell o Saavedra Fajardo para defender su adhesión a los valores democráticos, tanto de la España de la Segunda República como de la Europa amenazada; denuncia el desamparo internacional, sobre todo por parte de dos potencias que «han merecido muchas veces el título de democráticas que todavía ostentan», escribe con ironía en referencia a Inglaterra y Francia, mientras las «totalitarias» Alemania e Italia «invaden el territorio español con gran copia de elementos militares»; cuestiona la labor en pro de la paz de la Sociedad de las Naciones, «una buena iniciativa fracasada por inercia de sus ejecutores»; se aventura a pintar un panorama en el que España se sometiese a Alemania e Italia y el litigio que se desencadenaría con Gran Bretaña por la hegemonía del Mediterráneo; alerta de la escalada convulsa entre las potencias europeas: «hay algo que Inglaterra y Francia no podrán ser nunca: amigos de la Alemania hitleriana y de la Italia de Mussolini»; y vaticina con palabras ingeniosas de Mairena el futuro cada vez más cercano sobre la realidad mundial que hoy, febrero de 2025, podríamos usar con la misma eficacia poética: «El Oriente se occidentaliza al par que el Occidente parece cada vez más desorientado. Cada día, en verdad, sabemos menos por dónde va a salir el sol».

Con «España entera» en su corazón, Machado se apena de la soledad del país, de los intereses marciales, y clama que se intervenga. «Llegó la hora». En defensa de la libertad y de la justicia. «Los errores suelen ir forrados de iniquidad», advierte. Pero la guerra avanza y la desesperanza crece en los raizales de sus anhelos. El artículo «Unas cuartillas de Machado» recoge las palabras de despedida que dedicó a los voluntarios extranjeros que se marcharon en octubre del 38 por «razones del Estado» y que dejaron a «España sola».

Además de las piezas periodísticas que publicó en La Vanguardia bajo el título Desde el mirador de la guerra, Ediciones Dyskolo -que editó en 2022 Fabulaciones y otros textos en prosa de Antonio Machado- recupera el discurso «El poeta y el pueblo» pronunciado en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia en 1937, así como un pequeño recuerdo de infancia machadiana: «Lo que yo recuerdo de Pablo Iglesias». Varias alocuciones en radio, como la exhaustiva «Glosario de los 13 fines de guerra», donde comenta uno de los puntos del Gobierno de Negrín: la defensa de una doctrina constitucional de renuncia a la guerra «como instrumento de política nacional». Sin duda, sus palabras más regeneracionistas.

Y es que en ese texto político a cuatro meses de su muerte, escribe el Machado menos noventayochista, menos nostálgico. El Machado más esperanzador, el Machado del olmo viejo y «la gracia de tu rama verdecida». Sostiene que España ha sido un gran imperio («¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero!»). Pero reconoce que «España es, en el fondo, fiel a su historia, al hacer hoy, mutatis mutandis, lo que ha hecho siempre: dar más que recibe (…). España no ha conquistado nunca para sí misma, no ha sido nunca pueblo de presa, como lo han sido otros muchos. Sus conquistas en América van precedidas del descubrimiento de un continente (…). La gran gesta española es la conquista de la naturaleza, si queréis, de la geografía para la Historia (…). Porque siempre ha creído servir a una causa más alta que su propio egoísmo».

A pesar de sus soledades, el corazón de Machado no dejó de esperar, como en aquel poema, «hacia la luz y hacia la vida / «otro milagro de la primavera».

Antonio Fernández Jiménez es periodista y autor de ‘Una vida retirada’. Doctor en Artes y Humanidades en la línea de investigación Periodismo Literario, y máster en Periodismo Cultural.

 

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